¿Y qué debes hacer?
En cuanto se decide y se empieza a comer más verduras, se elimina el consumo de azúcar y va a clase de spinning un par de veces a la semana, puede resultar incluso molesto que la balanza se mantenga inmóvil. Pero el problema de muchos de los programas de pérdida de peso es que no abordan los problemas subyacentes, tales como el estrés.
Por eso, vamos a identificar algunos de esos hábitos o problemas (a menudo no detectados) que pueden impedir que bajes de peso y les pondremos solución para que recuperes el control.
1. No comes suficiente. Reducir las calorías de los alimentos no equivale a saltarse comidas. Una investigación publicada en la revista Metabolismo descubrió que cuando la gente se salta las comidas, tiene niveles elevados de azúcar en sangre y una respuesta de insulina retrasada. Lo que también se conoce como "modo de hambre." Si esperas demasiado tiempo para comer algo por la mañana o entre las comidas, tu metabolismo se puede ralentizar y animar a tu cuerpo a almacenar las calorías en forma de grasa en lugar de usarlas como energía.
Lo que puedes hacer: comer, por lo menos, cada cuatro horas durante el día para así obtener la energía óptima y controlar el apetito.
2. Estás ganando músculo. Puedes sentir que te has estancado porque estás ganando bíceps y glúteos (y eso es bueno). El número que marque la báscula es menos importante que la pérdida de agua, el músculo y o la grasa que hay en tu cuerpo.
Lo que puedes hacer: es importante seguir comiendo bien y hacer ejercicio de forma regular para obtener resultados. A medida que aumenta la masa muscular, la grasa puede disminuir.
3.Tienes miedo de recuperar las calorías que has perdido en el gym. Saltarse un tentempié después del entrenamiento es un error. Hacer un aperitivo después del entrenamiento es un gran error, según Lisa Moskovitz, CEO del Grupo de Nutrición de NY. "Una de las comidas o el snack más importantes del día es justo después de hacer ejercicio", asegura. Especialmente cuando se trata de un ejercicio intenso, como carreras, ciclismo o levantamiento de pesas, ya que estos (y otros) ejercicios de alta intensidad pueden romper el tejido muscular. Comer entre 10 y 20 gramos de proteína y carbohidratos inmediatamente después del ejercicio ayuda a reparar y mantener la masa muscular magra. Además, el ayuno después de un entrenamiento por lo general solo lleva a que después comas en exceso.
4. Demasiado ejercicio. Si sueles pasarte con las sesiones de gym, recuerda que trabajar demasiado duro (especialmente cuando quieres perder calorías) hace que sea más difícil perder peso. "El sobreentrenamiento conduce a un aumento del cortisol- la hormona del estrés-, que causa estragos en su metabolismo, el sistema inmunológico y en tu estado de ánimo", dice Moskovitz. Los estudios muestran que los niveles elevados de cortisol hacen que tu cuerpo rompa músculo y almacene más grasa corporal alrededor de la parte central.
Lo que puedes hacer: trata de hacer ejercicio durante una hora, cuatro o cinco días a la semana. Aunque lo ideal es consultar a un dietista para saber a ciencia cierta lo que debes comer para cumplir tu objetivos. Y muy importante: ten en cuenta que tus platos nunca deben tener menos de 1.200 calorías al día.
5. Tus niveles de estrés están fuera de control. “Puedes hacer todo el ejercicio que quieras y cocinar lo más sano posible, pero la báscula no va a ceder a menos que también cuides la calidad del sueño y cuides tus niveles de estrés”, sostiene Moskovitz.
Lo que puedes hacer: intenta dormir entre seis y ocho horas diarias. Además, evita actividades estimulantes antes de irte a dormir, como por ejemplo trabajar con el ordenador, tener una conversación emocionalmente estresante o ver la TV. Adapta tus horarios y procura que tu cuerpo (y tu mente) descansen como deben.
6. Hormonas fuera de control. Parece que es el último obstáculo injusto para perder peso: la grasa corporal puede producir hormonas que en realidad hacen que sea más difícil conseguir nuestro objetivo. La grasa genera hormonas, como el estrógeno y la leptina, que hacen que tengas más hambre. Así que cuanta más grasa tengas, más querrás comer.
Lo que puedes hacer: para recuperar el control sobre tus hormonas, evita los alimentos procesados con exceso de azúcar. Estos alimentos pueden conducir a un aumento de la leptina y hacer que tus ganas de comer seas irresistibles. En resumen, ¡ojo con los dulces!